Cuando pensamos en los que lideran, la imagen que viene a la mente es un trono, un palacio o un altar. Esas estructuras están pensadas para ofrecer una visibilidad que transmite respeto, honor y autoridad. Lugares altos desde los cuales se ofrece lo mejor para los que dependen de la guía y la sabiduría de los que gobiernan.
Sin embargo, las estructuras solo transiten una idea que se puede distorsionar y corromper fácilmente, como todas las demás instituciones humanas, sujetas a la naturaleza pecaminosa que heredamos de nuestros padres.
Hay una forma de liderar que transforma familias, pueblos y naciones, aunque no se eleve por encima del terreno. Los que sirven a los demás, lideran cambios verdaderos que perduran más allá de la vida terrenal. Son esos los líderes que se elevan sobre la plataforma de la ética, la piedad, los principios universales de la bondad y la empatía que son el norte de su misión de vida que trasciende más allá de su existencia en este plano natural.
Todos podemos elegir convertirnos en guías y acompañantes de otros. Podemos usar los talentos naturales y espirituales para llevar a cabo la misión de servir a otros, de elevar a otros. Nadie es eterno, sin embargo, muchos se aferran al poder como si fueran a vivir por siempre. Jesús guio a los discípulos y seguidores como quien va a morir, aunque había nacido para la eternidad. Los preparó para la misión de transformar a la humanidad con el mensaje de esperanza y fe en la vida eterna. Esa misión requiere humildad y sabiduría divina; no se obtiene aferrándonos al poder.
Sin embargo, las estructuras solo transiten una idea que se puede distorsionar y corromper fácilmente, como todas las demás instituciones humanas, sujetas a la naturaleza pecaminosa que heredamos de nuestros padres.
Hay una forma de liderar que transforma familias, pueblos y naciones, aunque no se eleve por encima del terreno. Los que sirven a los demás, lideran cambios verdaderos que perduran más allá de la vida terrenal. Son esos los líderes que se elevan sobre la plataforma de la ética, la piedad, los principios universales de la bondad y la empatía que son el norte de su misión de vida que trasciende más allá de su existencia en este plano natural.
Todos podemos elegir convertirnos en guías y acompañantes de otros. Podemos usar los talentos naturales y espirituales para llevar a cabo la misión de servir a otros, de elevar a otros. Nadie es eterno, sin embargo, muchos se aferran al poder como si fueran a vivir por siempre. Jesús guio a los discípulos y seguidores como quien va a morir, aunque había nacido para la eternidad. Los preparó para la misión de transformar a la humanidad con el mensaje de esperanza y fe en la vida eterna. Esa misión requiere humildad y sabiduría divina; no se obtiene aferrándonos al poder.
Los que verdaderamente quieren liderar a la manera de Cristo, deben someterse a su señorío y seguir su ejemplo. En un mundo donde la gente se mata por sobresalir sobre sus semejantes y agotar su miserable cuota de poder en cada oportunidad que se presenta, liderar desde la posición más elevada del ejemplo y la entrega, es un acto revolucionario que requiere el valor de dejar de vivir para nosotros mismos y dedicar la vida, talentos y bienes para beneficiar a los demás.
- Basilio Guzmán
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