Cangrejos hervidos

Imagina una paila llena de cangrejos. Uno de ellos, decidido a escapar, comienza a trepar por el borde. Sin embargo, en lugar de ayudarlo, los demás lo agarran y lo arrastran hacia abajo, pues prefieren mantenerlo dentro antes que verlo salir.

Tal vez hayas oído hablar de conceptos como comportamiento organizacional, cultura institucional, pensamiento de grupo o mentalidad de rebaño. Todos ellos describen cómo las personas se adaptan a una organización—sea una iglesia, un club social, una escuela o un partido político—al punto de sacrificar su identidad individual en favor de una personalidad colectiva.

Las modas, las jergas y ciertos comportamientos se adoptan sin cuestionar, solo por el deseo de pertenecer. La mayoría impone su voluntad, y cualquier intento de cambio es visto como una amenaza. La mayoría manda no es solo un principio de control, sino un mecanismo de presión para silenciar la disidencia.

En estos entornos, la mediocridad se convierte en norma, y quien intenta mejorar las cosas es sofocado por aquellos que, ya sea por conveniencia o por miedo, prefieren que todo siga igual. Este statu quo es el mayor enemigo del progreso. Proponer algo nuevo es exponerse a críticas, aislamiento y rechazo por parte de quienes prefieren ver una organización colapsar antes que evolucionar. Antes, esta mentalidad se observaba principalmente en agencias gubernamentales. Hoy, está presente también en empresas privadas y, con mayor notoriedad, en organizaciones cívicas.

Afortunadamente, la cultura del estancamiento no es invencible. Combatirla requiere valentía, determinación y acción real. Los llamados revolucionarios de sofá, que critican sin mover un dedo, no generan cambios. Y, paradójicamente, cuando alguien decide actuar, son ellos los primeros en tirar de sus muelas para mantener al cangrejo en la paila… hasta que todos terminan en el agua hirviente.

Basilio Guzmán


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