Recuerdo de mi infancia cuando nos contaban que, en la avenida Duarte de la capital dominicana, los carteristas comenzaban a mirar hacia el cielo y, para distraer la atención de los transeúntes, señalaban hacia un supuesto objeto que podía ser un avión, un helicóptero, una nube con una forma extraña o hasta uno de los globos de meteorología.
Mientras las personas miraban hacia el cielo, ellos hacían lo suyo y sustraían las billeteras de los hombres y rebuscaban en las carteras o los bolsos de las mujeres. Era una técnica muy efectiva que explotaba la curiosidad o el afán de enterarse de cosas eventos o situaciones que aparentemente eran una novedad.
Solo basta pensar en lo difícil que es poner de acuerdo a la familia inmediata sobre el menú de la cena, cuando cada uno tiene sus gustos muy particulares.
Sin embargo, prevalece la insistencia de llamar tu atención hacia asuntos sobre los cuales no tienes ningún control y sobre los cuales no puedes hacer absolutamente nada. Hay personas que participan activamente en este juego, siempre hablando y, supuestamente, combatiendo problemas enormes contra los cuales no tienen ni siquiera una oportunidad pequeña.
Mientras tanto, los problemas que deben y pueden solucionar, se quedan desatendidos, olvidados e ignorados.
En nuestras iglesias tenemos nuestra propia variante. Hemos sustituido el propósito del culto de la edificación por el entretenimiento, el evangelio de salvación por la motivación centrada en el hombre y la autoridad de las sagradas escrituras por los ritos y normas.
Ahora tienes una tarea que atender: piensa en dónde estarás dentro de algunos años si persistes en la preocupación y el afán por problemas sin solución, mientras se dejan los problemas más básicos y elementales, corriendo salvajes y sin control.
Basilio Guzmán
Mientras las personas miraban hacia el cielo, ellos hacían lo suyo y sustraían las billeteras de los hombres y rebuscaban en las carteras o los bolsos de las mujeres. Era una técnica muy efectiva que explotaba la curiosidad o el afán de enterarse de cosas eventos o situaciones que aparentemente eran una novedad.
Una distracción costosa
¿A qué viene todo esto de los carteristas? Pues resulta que en algún lugar alguien con mucho poder sobre los medios de comunicación está tratando de distraerte para apartarte de las cosas que tienen verdadera relevancia para ti. Constantemente se habla de problemas que no tienen solución ni siquiera si lográramos la difícil y casi imposible tarea de unificar a toda la raza humana en un solo propósito.Solo basta pensar en lo difícil que es poner de acuerdo a la familia inmediata sobre el menú de la cena, cuando cada uno tiene sus gustos muy particulares.
Sin embargo, prevalece la insistencia de llamar tu atención hacia asuntos sobre los cuales no tienes ningún control y sobre los cuales no puedes hacer absolutamente nada. Hay personas que participan activamente en este juego, siempre hablando y, supuestamente, combatiendo problemas enormes contra los cuales no tienen ni siquiera una oportunidad pequeña.
Mientras tanto, los problemas que deben y pueden solucionar, se quedan desatendidos, olvidados e ignorados.
En nuestras iglesias tenemos nuestra propia variante. Hemos sustituido el propósito del culto de la edificación por el entretenimiento, el evangelio de salvación por la motivación centrada en el hombre y la autoridad de las sagradas escrituras por los ritos y normas.
Ahora tienes una tarea que atender: piensa en dónde estarás dentro de algunos años si persistes en la preocupación y el afán por problemas sin solución, mientras se dejan los problemas más básicos y elementales, corriendo salvajes y sin control.
Basilio Guzmán
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