Estos dos artefactos comparten unas características similares. La principal de ellas es que para funcionar ambas requieren de la intervención y la fuerza humana, están diseñadas para responder a esta fuerza y producir un movimiento esperado.
Hasta ese punto existen las similitudes, luego vienen las diferencias entre ambos aparatos, entre los que destacan los materiales de que están construidos, la función que realiza y cada uno y los resultados que se obtienen al utilizarlos.
Cuando usamos una bicicleta nos podemos mover desde un lugar a otro usando la fuerza motriz que producen nuestras piernas al aplicar presión sobre los pedales en una manera rítmica y ordenada. Así mismo podemos producir un movimiento, pero no nos lleva a ninguna parte.
Otras veces hacemos mucho movimiento que no produce ningún tipo de resultados, aparentamos ante los demás que estamos muy ocupados, ocupadísimos a veces, sin embargo, no se ve ningún resultado, ningún cambio, ninguna transformación y una notable ausencia de progreso.
Pueden pasar semanas, meses y hasta años realizando ese movimiento, pero no trae ningún tipo de beneficio.
Este fenómeno no solo se da en el ámbito personal, también se observa en el ámbito laboral, educativo, profesional, político, religioso y en las instituciones del gobierno cuando se realizan acciones que parecen muy nobles y loables, sin embargo, no resuelven absolutamente nada.
Lamentablemente, muchas personas desarrollan admiración y respeto por los que aparentan estar haciendo cosas y solamente están vociferando ideas que nunca hallan una realización concreta.
Llamándolo por su nombre, eso se conoce como “activismo”, que en realidad debería llamarse “vocalismo”, porque siempre se habla, se dice, se vocifera y nunca se hace nada de lo que tanto se habla.
Podemos pensar que eso solamente le aplica a los que aspiran algún cargo político, porque tienen excelentes ideas cuando son candidatos y, una vez son elegidos, se dedican a hacer otras cosas periféricas que no tienen nada que ver con lo que prometieron durante la campaña.
Sin embargo, hay personas que no tienen ninguna aspiración por un cargo político y adoptan este tipo de ideologías e ideales y protestan, agrupan a muchos, hacen marchas y todo, pero nunca atacan o resuelven el problema del que tanto hablan.
Este mundo en el que vivimos, específicamente, el país, la ciudad o el barrio donde residimos no necesita que se hable de los problemas hasta la saciedad, sino que se necesitan acciones concretas dirigidas a resolverlos. Está en nosotros la decisión de si vamos a montarnos en la bicicleta o permanecemos sentados en la mecedora que nos mantiene en movimiento, pero no nos va a llevar a ningún sitio.
Hasta ese punto existen las similitudes, luego vienen las diferencias entre ambos aparatos, entre los que destacan los materiales de que están construidos, la función que realiza y cada uno y los resultados que se obtienen al utilizarlos.
Cuando usamos una bicicleta nos podemos mover desde un lugar a otro usando la fuerza motriz que producen nuestras piernas al aplicar presión sobre los pedales en una manera rítmica y ordenada. Así mismo podemos producir un movimiento, pero no nos lleva a ninguna parte.
Todo el mundo sabe eso, Basilio. ¿A dónde lleva esto?
En nuestras actividades humanas muchas veces actuamos como si estuviéramos en uno de ambos artefactos y realizamos acciones que, por un lado, producen algún resultado indicativo de que hay progreso, resolvemos problemas, avanzamos en pos de nuestras metas y nuestro propósito, de la misma manera que cuando andamos en bicicleta.Otras veces hacemos mucho movimiento que no produce ningún tipo de resultados, aparentamos ante los demás que estamos muy ocupados, ocupadísimos a veces, sin embargo, no se ve ningún resultado, ningún cambio, ninguna transformación y una notable ausencia de progreso.
Pueden pasar semanas, meses y hasta años realizando ese movimiento, pero no trae ningún tipo de beneficio.
Este fenómeno no solo se da en el ámbito personal, también se observa en el ámbito laboral, educativo, profesional, político, religioso y en las instituciones del gobierno cuando se realizan acciones que parecen muy nobles y loables, sin embargo, no resuelven absolutamente nada.
Lamentablemente, muchas personas desarrollan admiración y respeto por los que aparentan estar haciendo cosas y solamente están vociferando ideas que nunca hallan una realización concreta.
Llamándolo por su nombre, eso se conoce como “activismo”, que en realidad debería llamarse “vocalismo”, porque siempre se habla, se dice, se vocifera y nunca se hace nada de lo que tanto se habla.
Podemos pensar que eso solamente le aplica a los que aspiran algún cargo político, porque tienen excelentes ideas cuando son candidatos y, una vez son elegidos, se dedican a hacer otras cosas periféricas que no tienen nada que ver con lo que prometieron durante la campaña.
Sin embargo, hay personas que no tienen ninguna aspiración por un cargo político y adoptan este tipo de ideologías e ideales y protestan, agrupan a muchos, hacen marchas y todo, pero nunca atacan o resuelven el problema del que tanto hablan.
Este mundo en el que vivimos, específicamente, el país, la ciudad o el barrio donde residimos no necesita que se hable de los problemas hasta la saciedad, sino que se necesitan acciones concretas dirigidas a resolverlos. Está en nosotros la decisión de si vamos a montarnos en la bicicleta o permanecemos sentados en la mecedora que nos mantiene en movimiento, pero no nos va a llevar a ningún sitio.
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