El primer mandamiento en esa versión dice: “Coge lo que te gusta y deja lo que no conviene a tus argumentos”. (Es broma). Pero no está tan alejado de la realidad que expresan algunos con respecto a las sagradas escrituras.
Para que tengas una idea: las personas que abrazan este tipo de conducta deciden tomar algunas partes de la Biblia, a veces dependiendo de quién lo dice, cuándo lo dice o si esa palabra choca con su propia pecaminosidad o deseo de vivir de una forma "libre".
Llegan a afirmar que "eso no lo dijo Jesús, lo dijo Pablo" por lo cual la palabra del apóstol no merece ninguna obediencia porque no viene directamente del hijo de Dios.
Para los que estamos seguros que toda la escritura es inspirada por Dios este tipo de conducta nos resulta extraña e inaceptable.
¿Quién dijo que nosotros podemos ser jueces y árbitros de la revelación divina? Por lo que concierne a nosotros nos toca obedecer y no estar buscando pasajes oscuros e inciertos cuando hay tantas cosas claras que se dicen y muchas personas las pasan por alto.
Los autores bíblicos de los Siglos V al III a.C. sentían un odio crónico contra los lectores del Siglo XXI A.D. Todos sus escritos estaban pensados para fastidiarle la vida a los súper ilustrados del presente siglo.
Los escritos de los siglos antes mencionados se escribieron con un propósito de darle cohesión a los que habían sido expatriados a Siria y Babilonia y habían regresado a Canaán.
Para muchos ese grupo de escrito les causa una serie de problemas porque incluye lo que se conoce como la ley, el Pentateuco y otros escritos adicionales a los cuales quieren restarle autoridad y validez.
Precisamente uno de los libros que forma parte de ese grupo fue citado por el mismo señor Jesús, en tres ocasiones distintas, cuando estuvo en el desierto para ser tentado por el diablo.
Pienso que ese hecho tiene bastante peso para que podamos considerar el valor y la autoridad de las sagradas escrituras, no solo como pieza literaria e histórica, sino como la guía de fe y conducta para nuestro tiempo.
Para que tengas una idea: las personas que abrazan este tipo de conducta deciden tomar algunas partes de la Biblia, a veces dependiendo de quién lo dice, cuándo lo dice o si esa palabra choca con su propia pecaminosidad o deseo de vivir de una forma "libre".
Llegan a afirmar que "eso no lo dijo Jesús, lo dijo Pablo" por lo cual la palabra del apóstol no merece ninguna obediencia porque no viene directamente del hijo de Dios.
Para los que estamos seguros que toda la escritura es inspirada por Dios este tipo de conducta nos resulta extraña e inaceptable.
¿Quién dijo que nosotros podemos ser jueces y árbitros de la revelación divina? Por lo que concierne a nosotros nos toca obedecer y no estar buscando pasajes oscuros e inciertos cuando hay tantas cosas claras que se dicen y muchas personas las pasan por alto.
Alguien tiene malas intenciones
Los autores bíblicos de los Siglos V al III a.C. sentían un odio crónico contra los lectores del Siglo XXI A.D. Todos sus escritos estaban pensados para fastidiarle la vida a los súper ilustrados del presente siglo.
Los escritos de los siglos antes mencionados se escribieron con un propósito de darle cohesión a los que habían sido expatriados a Siria y Babilonia y habían regresado a Canaán.
Para muchos ese grupo de escrito les causa una serie de problemas porque incluye lo que se conoce como la ley, el Pentateuco y otros escritos adicionales a los cuales quieren restarle autoridad y validez.
Precisamente uno de los libros que forma parte de ese grupo fue citado por el mismo señor Jesús, en tres ocasiones distintas, cuando estuvo en el desierto para ser tentado por el diablo.
Pienso que ese hecho tiene bastante peso para que podamos considerar el valor y la autoridad de las sagradas escrituras, no solo como pieza literaria e histórica, sino como la guía de fe y conducta para nuestro tiempo.
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