Ideales enlatados

A tono con la era industrial no resulta extraño enlatar ideas. Por lo que observamos en la actualidad eso es tan común como las sardinas y el jamón enlatados.

Para poner en perspectiva el tema haré una descripción breve de las ideas enlatadas. Son esas cosas que alguien elabora pensando desde su interior para enfrentar el mundo exterior de una forma creativa.

Para que sus ideas se conviertan en realidad necesita convencer o persuadir a otras personas las cuales las adoptan, las memorizan y las repiten como si fueran grabadoras.

Preguntas sin respuestas

El problema con estas ideas es que se quedan siempre en el aspecto filosófico y nunca, o rara vez, se transportan al mundo práctico.

Las personas que las adoptan las comparten como si fuera una revelación divina y aseguran que esa es la solución algún problema (real o imaginario) que afecta a gran parte de la humanidad y que en realidad no tiene solución inmediata.

Eso nos lleva a cuestionar acerca de la necesidad de implantar las supuestas soluciones que plantean esas ideas.

¿Han funcionado en algún lugar?

Es necesario leer de nuevo la pregunta partiendo del supuesto de que la idea se haya implementado en algún sitio. Ahora bien, la implementación no es igual a que haya funcionado y haya resuelto algún problema.

¿Hay garantías de que las soluciones propuestas no crean nuevos problemas?

Esta es otra pregunta difícil de la que las personas que promueven ideas fantásticas y utópicas se rehúsan a considerar.

Cuando se enfrentan a este tipo de cuestionamiento se transportan enseguida a la zona del menosprecio para insultar y poner en duda la capacidad intelectual del que hace las preguntas.

Ahora bien, estas personas no distinguen entre un cuestionamiento, una oposición o una idea contraria; sencillamente se sienten amenazados porque sus ideas son demasiado elevadas para personas comunes y se van en busca de alguien a quien convencer, porque no toleran al que muestra algún tipo de dudas, para no perder el tiempo ni invertir esfuerzo por persuadirlos.

La pregunta fundamental

Supongamos que la conversación dura lo suficiente y todavía esté en el ánimo de seguir hablando, hay que hacer la pregunta fundamental.
¿Cómo termina esto?

Parece una pregunta sencilla, pero está enfocada hacia el futuro del supuesto resultado o la supuesta consecuencia que se conseguirá al implementar la idea grandiosa.

De hecho, muchas veces las ideas utópicas no buscan un resultado, sencillamente pretenden mantener la conversación acerca de un asunto y no buscan solución real a los problemas que enfrenta la atribulada humanidad.

Para finalizar, deseo felicitar a aquellas personas que luchan por detener el cambio climático, la sobrepoblación, las pandemias futuras, el regreso de Donald Trump a la presidencia y otros tantos problemas que nos arropan diariamente a través de la prensa.

En realidad, tengo admiración por los que se esfuerzan de esa forma; lo que puedo esperar es que se esfuercen en algo real, necesario, útil y que verdaderamente logre una transformación positiva en la vida de los inquilinos de este planeta.

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