Viviendo en dos tiempos: el pasado glorioso de los fundadores y el futuro glorioso del regreso de nuestro Señor Jesucristo. Mientras tanto, el presente se pierde entre ambos y solo se vive de recuerdos y esperanzas. Si en tu iglesia los mejores tiempos pasaron y todo lo bueno que se puede hacer ya se hizo, es tiempo de renovación.
Es cierto que muchas iglesias a menudo se enfocan en el futuro, creando planes estratégicos a muy largo plazo y tratando de predecir los tiempos del cumplimiento profético. Esta fascinación por el futuro a menudo los lleva a descuidar el presente, lo que puede significar que pierden oportunidades para crecer y mejorar el desempeño de la misión de la iglesia en el tiempo presente.
Además, algunas iglesias también pueden sentir nostalgia por el pasado, recordando los días en que eran más dinámicas o cuando las cosas eran más simples. Esta añoranza por el pasado también puede ser perjudicial, ya que puede llevar a las iglesias a resistirse al cambio y a mantenerse en prácticas obsoletas.
Definitivamente, las iglesias necesitan encontrar un equilibrio entre enfocarse en el futuro y funcionar en el presente. Si bien es importante planificar para el futuro y estar preparados para los cambios, también es esencial aprovechar las oportunidades del presente y adaptarse a las necesidades actuales de la sociedad. Las iglesias deben recordar que el éxito a largo plazo se construye sobre una base sólida en el presente.
¿Cómo pueden las iglesias aprovechar las oportunidades presentes y enfrentar los desafíos del futuro?
El pasado es el fundamento y plataforma de crecimiento desde que la iglesia se constituyó. A partir de la experiencia acumulada se puede trazar los siguientes pasos que hay que dar para alcanzar la próxima etapa de desarrollo. Las lecciones aprendidas servirán para encaminar a las nuevas generaciones de creyentes hacia la incertidumbre del futuro que no deja de ser deseable porque es la base de la esperanza gloriosa de la iglesia.
Hay varias acciones que las iglesias pueden llevar a cabo para rectificar el rumbo y cumplir con su misión central de ser luz del mundo y sal de la tierra.
Es cierto que muchas iglesias a menudo se enfocan en el futuro, creando planes estratégicos a muy largo plazo y tratando de predecir los tiempos del cumplimiento profético. Esta fascinación por el futuro a menudo los lleva a descuidar el presente, lo que puede significar que pierden oportunidades para crecer y mejorar el desempeño de la misión de la iglesia en el tiempo presente.
Además, algunas iglesias también pueden sentir nostalgia por el pasado, recordando los días en que eran más dinámicas o cuando las cosas eran más simples. Esta añoranza por el pasado también puede ser perjudicial, ya que puede llevar a las iglesias a resistirse al cambio y a mantenerse en prácticas obsoletas.
Definitivamente, las iglesias necesitan encontrar un equilibrio entre enfocarse en el futuro y funcionar en el presente. Si bien es importante planificar para el futuro y estar preparados para los cambios, también es esencial aprovechar las oportunidades del presente y adaptarse a las necesidades actuales de la sociedad. Las iglesias deben recordar que el éxito a largo plazo se construye sobre una base sólida en el presente.
¿Cómo pueden las iglesias aprovechar las oportunidades presentes y enfrentar los desafíos del futuro?
El pasado es el fundamento y plataforma de crecimiento desde que la iglesia se constituyó. A partir de la experiencia acumulada se puede trazar los siguientes pasos que hay que dar para alcanzar la próxima etapa de desarrollo. Las lecciones aprendidas servirán para encaminar a las nuevas generaciones de creyentes hacia la incertidumbre del futuro que no deja de ser deseable porque es la base de la esperanza gloriosa de la iglesia.
Hay varias acciones que las iglesias pueden llevar a cabo para rectificar el rumbo y cumplir con su misión central de ser luz del mundo y sal de la tierra.
- Discipular a los nuevos creyentes y estimularlos a buscar vivir la vida abundante.
- Formar y capacitar líderes en todos los niveles y estimularlos a capacitar a otros.
- Estimular a las personas a responder a las demandas de los tiempos que nos ha tocado vivir, en una forma ética y empática.
- Convertirse en agente de transformación siendo ejemplo de una forma de vivir balanceada en todas lás áreas vitales: física, mental y espiritual, financiera, relacional, etc.
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