5 mitos del liderazgo

Existen percepciones y expectativas culturales sobre el liderazgo. En todo caso, son dañinas y previenen que entendamos en qué consiste verdaderamente y cómo se manifiesta en un líder.

Estas percepciones son especialmente nocivas en el ámbito cristiano, porque privan a las comunidades de fe de tener un impacto mayor en la sociedad.

Estos supuestos que se atribuyen al liderazgo son mitos fácilmente demostrables, pero no se espera que desaparezcan en un futuro próximo.

(Este es un trabajo en progreso).


  1. Tener muchos seguidores. Este mito está sesgado hacia la cantidad de seguidores y no hacia la calidad de los mismos. Esta percepción del liderazgo proviene del “caudillismo”, muy un concepto distorsionado y en muchos casos prostituido. Los líderes de estilo carismático son los que logran muchos seguidores, usualmente para perseguir una visión o misión común y las ventajas son la transformación y el cambio. La desventaja de este tipo de liderazgo es que tiene poca duración y la base de seguidores se disuelve cuando falta el líder o cuando se alcanzan los objetivos. El radio de acción de este tipo de liderazgo se ilustra con círculos concéntricos; el central contiene los colaboradores más cercanos; esta es la zona de mayor compromiso. Luego están los que apoyan, los simpatizantes y los curiosos; en estas zonas variables el nivel de compromiso es menor.

  1. Hacerlo todo. Las cosas que se logran llevan siempre la firma del “líder”, aunque su aportación sea mínima. Este liderazgo tiene apoyo en hacer mucho ruido y producir pocas nueces. La idea es aparentar asertividad mientras se explota a los que trabajan tras bambalinas.


  1. Generar todas las ideas. Esta es una expectativa falaz, pero se parece a la descripción anterior, solo que, en este caso se roban las ideas de los seguidores y se presentan públicamente como si fueran propias del “líder”. Lucir bien nunca había sido tan barato.


  1. Tener el control. Quizás el estilo de liderazgo más castrante. Nada se puede hacer si el “líder” no lo autoriza, usualmente a regañadientes, porque la acción la realiza otro y no existe oportunidad de llevarse el crédito.


  1. Mantenerse en la cima. Los modernos “líderes” creen que vivirán para siempre. Muchos que aspiran al liderazgo también se creen eternos. Este tipo de liderazgo siempre termina en la anarquía cuando el líder fallece. Una señal temprana de este “estilo” es la ausencia de posibles sucesores.


Basilio Guzmán

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