Usualmente escuchamos los avisos en la radio que nos exhortan a conducir a la defensiva, cuando utilizamos las carreteras y avenidas del país. El propósito de esa advertencia procede de la cantidad de accidentes que ocurren diariamente, a causa de personas que manejan de forma irresponsable. Es por eso que se nos da la invitación a guiar de una manera que parte de la premisa de que hay conductores negligentes alrededor de nosotros.
Es muy pesado tener que vivir y actuar a base de las acciones de otras personas y los posibles efectos que tales acciones traerían sobre nuestras vidas. Deja un mal sabor, parecido a un juego de mesa muy popular, en el cual todos son sospechosos de un crimen, por lo tanto, todos aprenden a desconfiar de los demás.
Lo cierto es que con bastante frecuencia nos vemos rodeados de personas que llevan a cabo acciones, negligente o deliberadamente, que tarde o temprano tienen algún efecto sobre nosotros. Los hallamos en todas las áreas de acción vital, como el trabajo, la escuela, iglesia, club social y la temible carretera...
También el mundo espiritual caído lleva a cabo una serie de acciones dirigidas a minar nuestra vida en el Señor, a desviarnos de su propósito eterno, a hacernos tropezar y errar en nuestra gloriosa misión.
En ese punto debemos detenernos a pensar si vamos a seguir reaccionando a los acontecimientos o vamos a continuar nuestra marcha. Una reacción muy común es detenernos ante la oposición, dando por excusa que no existen las condiciones ideales para seguir adelante. Eso es tan tonto como detenerse a la orilla de la carretera hasta que cambien las condiciones del tránsito. Con tal actitud no llegaremos a nuestro destino.
Otras veces nos vemos tentados a asumir el control de los eventos, a tomar la “ofensiva”, convirtiéndonos entonces en “ciegos, guías de ciegos”. La Biblia nos enseña que es arrogancia tratar de controlar los eventos de la vida . No podemos poner la agenda de nuestra vida y sus alrededores, porque esa es propiedad exclusiva de nuestro Creador y Señor. Solamente él conoce nuestro tiempo, nuestro camino; él es quien nos debe guiar y llevarnos al fin que él mismo ha trazado para nosotros.
“Porque el Señor conoce los pensamientos que tiene acerca de nosotros; son pensamientos de paz, para darnos el fin que esperamos”. Además, él conoce nuestros pensamientos, mucho mejor que nosotros mismos. ¿Cuántas veces nos asalta la indecisión y la duda? ¿Cuántas veces perdemos el rumbo y tenemos que rectificarlo? ¿Cuántas veces nos equivocamos? Creo que todo el tiempo, lo que nos enseña que debemos ceder el control al capitán que nos puede llevar a puerto seguro.
Ceder el control significa entrega y dependencia. Quiere decir ceder el mando, estar subordinado. Y finalmente significa seguridad y verdadera identidad, porque pertenecemos a alguien de cuyas manos nadie podrá arrebatarnos.
- Basilio Guzmán "Reflexiones Otra Vez" (2022)
Comentarios
Publicar un comentario