La ciencia de ocuparte de lo que no te toca
Esto de cuidar de los demás, al estilo del buen samaritano, no es una tarea para cualquiera. Hay que poner mucha intención para llevar a cabo una tarea de la cual no eres responsable. Es más fácil sentirse no responsable que hacerse cargo del asunto.
Realmente casi todos participamos del juego del “no me toca a mí”. Es más fácil hacerse de la vista larga o corta, dependiendo de cómo lo veas. El hecho es que no nos enfocamos en lo que requiere nuestra atención.
Nuestra naturaleza humana, tan egoísta como es, hace que estas cosas ocurran. Vemos al prójimo cargando algo pesado y nos cuesta extender una mano amiga para ayudarle.
Cuando Caín mató a su hermano Abel, Dios le cuestionó acerca del paradero de su hermano. Su respuesta fue: ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? (Génesis 4:9). Aquí Caín entró en el juego de la culpa versus la responsabilidad. Él quería distanciarse de cualquier cosa que tuviera que ver con su hermano muerto. Incluso no quería cargar con la culpa de su asesinato.
Dando un salto al Nuevo Testamento nos encontramos con un nuevo paradigma. Unos mandamientos para “sobrellevar las cargas los unos de los otros”. Ahora se nos pide interceder unos por otros y a ponernos “en la brecha”, como decían los profetas.
¿Eres capaz de vivir de acuerdo a estas nuevas leyes?
¿Podrás separarte de la apatía y el egoísmo para ayudar a otros?
Esa es tu decisión muy personal. Por favor, toma la mejor ruta.
— Basilio Guzmán
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